Como ya hemos podido observar, los objetivos de cada uno de estos softwares son muy distintos. Pero además hay dos grandes diferencias entre ambos:

• Escalabilidad:

Los ERP, debido a su estructura modular, son un tipo de software mucho más versatil que los CRM.

Mientras que los CRM, desde el momento de su implantación, siempre van a ofrecer un mismo servicio, los ERP tienen la capacidad de adaptarse a las diferentes necesidades ante las que se puede encontrar una empresa.

Así, con un ERP, se podría decir que se implanta una herramienta que permite configurar y activar funcionalidades según una entidad lo precise, ya sea por su ritmo de crecimiento, por nuevos objetivos organizativos, por la integración de nuevos departamentos, o cualquier otra circunstancia.

• Fase del proceso productivo que optimizan:

Mientras que los CRM se sirven de una base de datos para potenciar la fase de ventas, los ERP son un software con el que no solo se da cobertura al área comercial, si no que se optimizan los flujos de trabajo de principio a fin.

Su gran potencial analítico permite analizar y evaluar cualquier parámetro o área de una empresa, contemplando desde la planificación hasta la ejecución de un proyecto. Por tanto, no solo puede ser un gran aliado a nivel comercial, si no que puede ayudar a una empresa a ser mucho más eficiente a nivel operativo. Lo que se traduce en ahorro tanto a nivel económico como de tiempo.